jueves, 27 de agosto de 2009

1.- Contando gotas de lluvia

Como siempre que algo termina, algo vuelve a empezar. Huele la noche a mojado. Los aspersores han hecho su función y casi todo el barrio, en penumbra por un par de cortes eléctricos, huele a tierra húmeda; a hierba cubierta de lluvia.
Desde niño me fascinaba el correr de las gotas de lluvia tras el cristal; cómo se buscaban unas a otras para hacerse algo más grandes y descender más deprisa.
Recuerdo que mi hermano y yo hacíamos leves apuestas por ver qué gota, de las que iban más despacio, llegaría antes. Al principio eran apuestas azarosas, pero pronto pasaron a ser apuestas basadas en el estudio de la situación, comprobando cuál de las dos lograría unirse a más gotas o descender por algún carril ya recorrido. Nunca ganaba nadie porque, antes de que llegaran a su fin, mi hermano y yo ya habíamos seleccionado nuestras nuevas candidatas a velocistas lentas.
Son recuerdos. Recuerdos de gotas de lluvia.



Se está acabando el verano. Guardo desde hace unos meses unas frases que escribí y no supe muy bien dónde poner. Las dejaré por aquí.
"Ha pasado algo de tiempo y la vida no termina de despegar. Tiene sus momentos, pero a veces me empeño en negar que está teniendo el detalle de alzar el vuelo y la devuelvo de un grito al suelo. Que nada se salga de lo establecido. Tú también tienes tus normas, tus instantes elegidos, y no terminan de salirnos las cosas. Voy a dejar que suceda, me lo he propuesto".



Leí en una ocasión una especie de teoría que me llamó la atención. Consiste en que la gente que tiene grandes historias no sabe cómo contarlas, y la gente que sabe contarlas no tiene grandes historias. Eso leí. Entonces se me ocurrió pensar que hay quien hace de forma mediocre las dos cosas, algo así como el centro entre los dos extremos de la teoría. Y sentí lástima de mí mismo, de todos los que quedaban justo en medio.
De todas formas decidí no resignarme. Porque eso tampoco iba a solucionar nada.



Una vez le oí contar al Genio una historia sobre un hombre y una mujer. Era algo así: "¿Qué es un hombre? Un hombre es una gota de lluvia. ¿Qué es una mujer? Una mujer es una gota de lluvia. Pero un hombre y una mujer juntos no son dos gotas de lluvia. Son el comienzo de un océano".