martes, 6 de octubre de 2009

4.- Contando gotas de lluvia

"Me vas a perdonar, chaval, pero tengo que decirlo". - Eso fue lo que me dijo. Acababa su marido de sufrir un desmayo y estaba tendido en el suelo de aquel establecimiento. Unos rumanos habían montado una trifulca con el encargado acerca de lo que debían o no pagar, y cuando la pelea terminó, la tensión de aquel pobre hombre se vino abajo.
Los tres tipos que originaron el conflicto habían estado bebiéndose las botellas de aquel supermercado de barrio sin que nadie se diera cuenta, hasta que el encargado los pilló y les llevó directos a la caja. Allí se armó el sarao. Ellos no querían pagar, pero al final entre todos los que estábamos allí ejercimos suficiente presión ya acabaron por ceder. Pagaron y entonces se pusieron a gritar.
Al encargado le pusieron fino, acordándose de todo su árbol genealógico en el camino, y luego la tomaron con la cajera, que a punto estuvo de saltar contra uno de ellos. Y entonces alguien dijo que estaba llamando a la policía. Y ese fue el fin. Los tres desgraciados salieron pies para qué os quiero y solo quedaron los buenos.
El hombre, ya mayor, había estado observando todo en silencio, apretando los dientes, con los ojos lanzando fuego. Cuando empezaron los insultos y las amenazas incluso dio un par de pasos para ponerse frente a la cajera, en un gesto protector que la chica agradeció. Pero tras la tormenta, apenas alcanzó a estirar el brazo para agarrarse a un estante de chucherías y pilas alcalinas que hay junto a la caja. Y cayó al suelo.
Tres minutos después ya teníamos allí a una ambulancia, aunque él se había despertado antes. Yo ayudé a colocarlo en una silla, y una chica le preguntaba su nombre y le decía que respirase tranquilo; inspira por la nariz, espira por la boca. El hombre miraba hacia la puerta, pareciera que los tres tipos fueran a regresar.
Vino la ambulancia y entonces, cuando le colocaban sobre la camilla bajo la atención de la chica, la mujer de aquel hombre se dirigió a mí llena de rabia. -"Me vas a perdonar, chaval, pero tengo que decirlo. Está el mundo lleno de hijos de puta".-



Imagino que te sientas en la última mesa, que no pides nada, que sonríes, que esperas que acabe el concierto y se marche la gente. Imagino que todo queda a oscuras, que te canto, que bailas a solas. Imagino que vives en mis estrofas, que te bebo, que me sueñas, que reposas desnuda en mis silencios. Que si te invito a un café me regalas palabras llenas de abrazos.

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